lunes, 28 de enero de 2013

Avance del libro "La Plaza del Ayuntamiento 1890-1962", Valencia


Autor: El investigador José Huguet

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El investigador valenciano José Huguet ha recopilado en «La plaza del Ayuntamiento 1890-1962» imágenes de la evolución de este discutido espacio urbano de Valencia que lleva más de un siglo, en concreto 122 años, en busca de un diseño urbanístico definitivo. Este reportaje es un avance del libro que muestra imágenes poco conocidas y algunas inéditas de la plaza mayor de Valencia.

La publicación llega en un momento en el que se ha reabierto por enésima vez y a cuenta, en esta ocasión, de los comerciantes del centro urbano el debate sobre los usos de la plaza, un espacio para muchos infrautilizado y supeditado a las fallas. En la del ayuntamiento como en otras muchas plazas de la ciudad pesa más la elección de un pavimento que soporte la «mascletà» y la «cremà» que poner árboles y bancos para el disfrute ciudadano.

La última intervención realizada hasta ahora en este transitado espacio, no fue más allá de la repavimentación y la renovación de los puestos de flores. El aparcamiento que se proyectó durante el gobierno de Rita Barberá quedó olvidado en el cajón por la polémica surgida ante la eventual aparición de los restos del convento de San Francisco.

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La actual plaza del Ayuntamiento empezó a ser centro neurálgico de la ciudad cuando en 1891 se derribó el convento de San Francisco, un imponente edificio construido en el siglo XIII que años atrás, con la desamortización de Mendizabal, había perdido su uso monástico.

El ayuntamiento, que en 1854 se había instalado ya en el entorno del convento, en concreto, en la antigua Casa de la Enseñanza de la calle Arzobispo Mayoral empezó a buscar proyectos para acondicionar el enorme solar vacío que quedó tras el derribo del cenobio y de la vecina cofradía de los Genoveses, sobre cuyo solar se empezó a construir en 1906 la fachada del nuevo ayuntamiento, una obra que no concluyó hasta 1930 por los parones en las obras.

Las fotografías recopiladas por Huguet dan idea del erial que dejó el derribo del convento de San Francisco, donde en 1899 se construyó un parque arbolado con un pequeño estanque artificial. La plaza de San Francisco pasó a llamarse entoces de Emilio Castelar, nombre que perduró hasta el final de la Guerra Civil, cuando pasó a llamarse plaza del Caudillo.

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En la calle Ribera, donde más tarde se levantaron el edificio de Telefónica y el de La Equitativa estaba entonces la estación del ferrocarril „la actual estación de Norte no se construyó hasta 1917„. La plaza del ayuntamiento (Castelar) albergó en aquellos años eventos multitudinarios como la Feria de Navidad. El Plan de Reforma Interior de 1910 del arquitecto municipal Federico Aymamí trazó las líneas de lo que sería la actual fisonomía en forma de triángulo irregular de la plaza. La plaza se ensanchó a costa de una nueva tanda de derribos a ambos lados de la misma que se extendían hasta la Bajada de San Francisco. El plan de reforma, que obedecía a una visión higienista, de aireación y apertura de avenidas y calles anchas, empezó a ejecutarse unos años antes del Gobierno de la II República (1931-1939).

Acera borbónica y republicana
El veterano arquitecto recientemente fallecido Juan José Estellés aseguraba que en la plaza del Ayuntamiento «una acera era borbónica y la otra era republicana», según rememora el arquitecto Vicente González Móstoles. El lado oeste fue el primero que se derribó y reconstruyó en su caso durante la etapa del gobierno conservador. Se caracteriza por una arquitectura historicista que seguía el modelo de la madrileña Gran Vía. La acera este, en cambio, se hizo durante el gobierno republicano y sus edificios seguían las directrices del racionalismo. Como ejemplos quedan el hotel Londres, hoy en desuso, la Casa de la Música y el Rialto.

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La «tortada»
De la plaza de San Francisco sólo se salvaron dos edificios de 1900,pero acabaron derribándose en 1960 para dar paso a un edificio moderno y acristalado que ocupa el chaflán de la calle Barcas. Desaparecieron entonces el barrio de Pescadores, una especie de barrio chino foco de degradación y prostitución, y edificios como el Palacio de la Jura Real y el Ateneo Mercantil.

El diseño de 1928 de Javier Goerlich para la plaza del Ayuntamiento supuso una revolución. El arquitecto diseñó una plaza sobreelevada casi cinco metros que separaba y daba prioridad al peatón sobre el tráfico rodado y que habilitaba un espacio subterráneo para el mercado de las flores. La plaza de Goerlich fue bautizada como «la tortada» y apenas duró 30 años años. Bajo mandato de Rincón de Arellano, en 1961, fue derribada. Entre los argumentos, quelas floristas no estaban a gusto en mercado subterráneo, cuyo tragaluz con balaustrada era conocido irónicamente como «la escupidera».

Tras el derribo de esta plaza, que sigue suscitando nostalgia, se construyó una plaza de obra dura que durante años funcionó como aparcamiento y que se reurbanizó en 2003 para reordenar los puestos de flores, plantar árboles y repavimentar.

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