Cuando dijeron 'sí' a prestar sus manos a las monjas concepcionistas sabían que la empresa sería dura, larga y con objetivo incierto. Aún así, no lo dudaron y un equipo pluridisciplinar de 13 miembros se embarcaron en un proyecto común bajo el nombre de Asociación de Amigos de Santa María. Su objetivo a largo plazo es la rehabilitación del convento de Santa María, a medio plazo que las monjas puedan volver por fin a su convento seis años, después de verse obligadas a marcharse al otro monasterio de la orden, en La Piedad. En principio, serán casi seis millones de euros los necesarios para hacer posible que las monjas confeccionistas puedan ver su convento rehabilitado.
Ese es el importe que en Amigos de Santa María barajan, tras realizar un anteproyecto de la restauración del edificio que ocupa unos 3.000 metros cuadrados de espacio en pleno corazón del barrio de Santa María. Un importe realizado con la holgura suficiente ante posibles imprevistos pero que puede ver variada su cantidad final, dependiendo de la contribución del Ayuntamiento.
Y es que tras la reunión mantenida entre la comunidad y el Consistorio, se llegó a un acuerdo para suscribir un convenio. Un nexo que servirá para entablar una colaboración técnica y económica que tendrá algo que decir en el importe total. La intención es que los técnicos municipales analicen el presupuesto para intentar ajustar los costes de las diferentes partidas, con la idea de reducir el importe final. La ayuda económica se cristalizará en el compromiso municipal a canalizar la financiación que pueda llegar de distintas instituciones públicas interesadas en colaborar en la restauración del convento.
De momento, la asociación continúa avanzando en sus distintas labores, encauzadas en la consolidación y estabilización del edificio, en la restauración de las fachadas y en la redacción del proyecto en profundidad de la primera gran fase que permitirá que las monjas vuelvan al edificio. El pasado 28 de octubre, técnicos de Servitopo realizaron las primeras mediciones en la primera fase que contempla la rehabilitación de unos 800 metros cuadrados repartidos en dos plantas. Una zona que se corresponde a la antigua casa del capellán, datada en 1631 y que, cuando la rehabilitación esté terminada, servirá como hospedería monástica.
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Todo ello cuando «existen tramos de forjados que requieren una intervención urgente, apuntalando las cabezas de las vigas y resolviendo distintas patologías», como explica Alfonso Montes, arquitecto de Amigos de Santa María. Y es que el Plan Director del edificio contempla acciones urgentes, a medio y largo plazo contra forjados a punto del colapso, lienzos caídos del interior, invasión de vegetación en el claustro mayor, desprendimientos en cornisas o solerías y el mal estado de cubiertas afectadas por filtraciones.
Una de las medidas para atajar estos males a corto plazo comenzará tan solo en unos días. Ese es el tiempo que se estima que tarde en arrancar la restauración de las fachadas de la calle Mirador y Santa María. La restauración se hará ante los requerimientos del Ayuntamiento y acabará con la degradación que sufren estos muros. De esta forma se optará por proteger la piedra ostionera con morteros, para recuperar la imagen clásica y primitiva de las fachadas. La intervención costará más de 30.000 euros y supondrá la primera fase de la restauración, a falta de que comience la intervención en la futura hospedería.
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No está en ruina, pero casi
La intervención de un grupo de ciudadanos y, se espera, la intervención del Ayuntamiento de Cádiz en la recuperación del convento de Santa María llega en un momento trascendental para el que es uno de los edificios más antiguos de la ciudad y, por ello, con un evidente valor histórico. La propia degradación que produce el paso del tiempo y el nulo mantenimiento que ha tenido el monasterio en los últimos años, tras la salida del mismo de forma provisional de la congregación religiosa, ha situado a todo el conjunto en una situación de alto riesgo, rozando una ruina irreversible, según se desprende de los estudios realizados por los arquitectos que forman parte de la Asociación Amigos del Monasterio de Santa María, que se ha convertido en la primera organización ciudadana que, de una forma decidida y continuada, plantea soluciones a la degradación de una parte del patrimonio urbano.
A la espera de que se defina la participación del Ayuntamiento en la recuperación del convento, ya decidida por la alcaldesa, Teófila Martínez, se ha elaborado un informe sobre el estado del inmueble y las más urgentes necesidades que tiene.
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"No se puede considerar como ruina, pero la edificación presenta importantes daños que requieren actuaciones urgentes y concretas", afirman a este diario los arquitectos Fernando Ríos y Alfonso Montes.
Según la revisión realizada, se constata que hay forjados del edificio "que están al borde del colapso, otros están apuntalados y hay lienzos de fachada interior que se han caído".
"La vegetación se ha adueñado del claustro, del patio del olivo y patios menores", resaltan los arquitectos que alertan también sobre los desprendimientos de materiales que se han producido en los últimos años de abandono del edificio, especialmente cornisas, solerías y tablazones.
Igualmente se destaca el "muy mal estado" en varios tramos de la cubierta, con diversas patologías aunque el tratamiento contra las filtraciones realizado en su día ha evitado males mayores.
Junto a ello, los arquitectos consideran que las zonas más deterioradas de todo el monasterio son:
Las cubiertas del lavadero y el acceso a las azoteas del conjunto; el claustro, con los daños que sufre por la invasión de la vegetación y los excrementos de aves; la existencia de forjados que requieren un urgente apuntalamiento, especialmente la planta alta de la casa del capellán, el refectorio y determinadas zonas de las celdas.
Destacan Fernando Ríos y Alfonso Montes que "en general, la mayor parte de las patologías están producidas por el agua de lluvia, la deficiente protección de las carpinterías y el nulo mantenimiento del conjunto desde que las monjas abandonaron su monasterio".
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Como medidas de urgencia, ya ejecutadas, hace unas semanas se colocó una malla protectora en el chapitel del campanario para evitar daños por el desprendimiento de azulejos, a la vez que se están buscando puntales para evitar derrumbes en diversas dependencias.
Con el análisis estructural de todo este equipamiento sobre la mesa, el equipo técnico formado por los voluntarios de la Asociación Amigos del Monasterio están inmersos en el proyecto de estabilización y consolidación del edificio. "En paralelo, se está estudiando el programa de necesidades de la comunidad, para intervenir parcialmente sobre una zona del edificio que permita el rápido realojo de las monjas en su convento", ya que éstas se encuentran de forma provisional en el convento de la calle Feduchy.
La intención es completar la elaboración de este proyecto en el plazo más breve posible, aunque por la importancia del mismo se asume que aún se necesitan varios meses de trabajo.
En todo caso, junto a la consolidación de todo el conjunto, la congregación ha pedido a los arquitectos voluntarios que se elabore un anteproyecto "para poder poner en uso un pequeño monasterio temporal, que permita el regreso de las monjas a su caso. Se están estudiando áreas de intervención y se cuenta con los servicios técnicos municipales para dar la solución más adecuada", indican los arquitectos. Como ya se anunció, este convento 'provisional' se ubicaría en la antigua Casa del Capellán, para posteriormente convertirse en una hospedería que tendría dos funciones muy claras: por una parte ayudar al mantenimiento del propio convento y, por otra, animar la vida económica del propio barrio de Santa María. Además, el retorno lo más ágil posible de la congregación a su convento ayudará al mantenimiento del mismo a la vez que animará a darle continuidad a las obras que se han iniciado en el mismo.
Una vez completada la operación, para la que no se aporta una fecha concreta debido a que es complicada de ejecutar y, sobre todo, muy costosa, se pretende también abrir unas dependencias como un pequeño museo así como permitir las visitas a determinadas áreas, siempre manteniendo la propiedad del inmueble por parte de la congregación.
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