miércoles, 10 de octubre de 2012

"Zamora Románica" culmina su actuación.


Ningún zamorano que se precie de serlo puede dejar de hacer gala del patrimonio histórico de Zamora y presumir de que la capital zamorana es la ciudad del mundo con mayor concentración de iglesias de ese estilo arquitectónico.

No es ningún secreto que cualquier aficionado al arte se sale de sus casillas al tener tan al alcance de la mano semejante acumulación de templos magníficos pero, hasta hace cuatro años, resultaba difícil vender, en el mejor y más desarrollado de los sentidos, el concepto del Románico zamorano con mayúsculas, especialmente por el estado de conservación de algunas las de las iglesias, que distaba con creces de ser el ideal.

La Consejería de Cultura, con consignas diseñadas desde la Dirección General de Patrimonio, estableció un entramado de colaboración con el Ayuntamiento de Zamora, el Obispado de Zamora y la Fundación Rei Afonso Henriques para poner en marcha uno de los programas más ambiciosos y eficaces que ha conocido la ciudad: El proyecto cultural ‘Zamora Románica’, orientado a restaurar, conservar y divulgar el románico de la capital mediante una serie de actuaciones certeras en 22 iglesias y ermitas de Zamora, además de los entornos y los bienes muebles de cada una de ellas.

Cuando quedan escasos meses para completar un proyecto que ya se amplió de tres a cuatro años, no es exagerado decir que ha cambiado la faz de Zamora y que ha conseguido que el arte románico de la ciudad haya impactado con fuerza dentro y fuera de España, por no mencionar el efecto inspirador que ha generado en los ciudadanos, multiplicando el interés por el tema. “Cuando se puso en marcha el asunto, la Dirección General de nos dijo que había que actuar en 22 iglesias del casco histórico de Zamora, es decir, cuando empezamos a estudiarlas, sabíamos que no teníamos que coger el coche siquiera”, explica el director del Proyecto Cultural ‘Zamora Románica’, Fernando Pérez. “Preferimos empezar por las más alejadas para ir poco a poco hacia el centro. Queremos cerrar, si es posible, con la de San Juan de Puerta Nueva, que está en la Plaza Mayor, por ser la más céntrica de todas y acabar en el corazón de Zamora”, añade.

Una tras otra, en rápida sucesión, las intervenciones no han dejado indiferente a nadie, comenzando por los propios zamoranos, que han tenido la oportunidad de redescubrir edificios que ‘siempre han estado ahí’, sin saber lo mucho que ocultaban.

Hay múltiples ejemplos pero, seguramente, uno de los que más ha impresionado al zamorano de a pie es el deSantiago del Burgo, templo ubicado en la calle Santa Clara, principal arteria de la ciudad y, por tanto, uno de los más contemplados de Zamora.

A decenas de metros de altura, al amparo de los andamios que la recubrieron durante meses, la iglesia ofrece una perspectiva inusitada de sí misma y del propio centro de Zamora. Los profanos se han visto obligados a hablar de arte y del románico de la capital zamorana ante los espectaculares resultados de un patrimonio arquitectónico que se daba por supuesto y que, como suele ocurrir, parecía asombrar mucho más al visitante que al lugareño.

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La restauración integral de ese monumento incluyó la consolidación estructural de los muros y la torre, la reposición de las cubiertas, la recuperación de tres ábsides hacia la nave y la recuperación de los niveles medievales, dejando a la vista prácticamente un metro de altura que jamás habían visto ni los más viejos del lugar. “Encontrar algo que no conoces y aparece siempre es grato para todos. La Junta tenía claro que nos encargaba la actuación en los edificios, en los bienes muebles, retablos, pinturas, esculturas; el entorno de los templos, y la labor de difusión de todas las actuaciones que se estaban emprendiendo”, señaló Pérez. “He notado ese acercamiento de las personas a las iglesias, especialmente desde noviembre de 2011, cuando ha habido siete obras al mismo tiempo que se han mostrado al gran público, consiguiendo que la gente se subiera a los andamios y que se acercara a los templos”, agrega.

Visitas guiadas
La clave para que hasta el más profano y desinteresado por el arte se acercara con decisión al proyecto ha radicado en el programa de visitas guiadas gratuitas a las obras de restauración, que ha desbordado las mejores previsiones iniciales formuladas por la Junta. San Antolín, San Esteban, San Vicente, Santa María la Nueva, San Cipriano y la ermita de Los Remedios presentaron sus secretos a quienes tuvieron la curiosidad de contemplarlos.

De esta forma, se ofrecía la oportunidad de oro para aprender a entender el arte con la ayuda de expertosy la muestra fehaciente de lo que el ser humano es capaz de diseñar y construir. La restauración del Retablo Mayor de San Antolín, de los siglos XVI al XVII quedaba expuesta con acceso al cuerpo de la obra y una explicación detallada del proceso; la restauración de la torre de Santa María la Nueva, de los siglos XIII, XV y XX; la de la fachada oeste de San Vicente, de los siglos XII y XIII, y la de los restos de armadura de Santa María la Nueva, del siglo XIV, en la ermita de Los Remedios, entre otras, se convertían en parte de la oferta turística de la capital zamorana. “Hemos tenido a historiadores que hacían esas visitas y enseñábamos los templos.Han participado multitud de personas de dentro y fuera de España, como colegios ingleses. Ha sido una experiencia muy grata”, asegura el director del proyecto. “No hace mucho, me encontré en San Isidoro a dos personas que pensé que eran restauradores por el interés que estaban poniendo en fotografiar los detalles. Eran de Madrid, simplemente, les gustaba el románico y nos dedicamos a enseñarles la iglesia”.

El grupo de expertos que ha trabajado en el proyecto desde el primer momento ha tenido que enfrentarse a cada paso con situaciones de gran complejidad aunque, con frecuencia, hay que destacarlas una por una para valorarlas en su justa medida. “Quien vaya ahora a la ermita de Los Remedios pensará siempre ha sido así de accesible pero ha sido muy complicado conseguir salvar ese desnivel de 3,60 metros a base de rampas. Hemos conseguido un desarrollo eficaz ahí, bajando el solado y viéndose más la iglesia”, expone Fernando Pérez. “Ahora estamos actuando en una iglesia mucho más céntrica, en el entorno de San Cipriano. Ya se puede acceder, aunque está todavía en obras, y se hace accesible el mirador con una rampa en un lateral y se podrá acceder por la portada sur. Esa actuación va a ser muy beneficiosa para la ciudad porque mucha gente va a ese mirador y quienes tengan movilidad reducida podrán hacerlo sin problemas”.

Filtro
Como ocurre en cualquier actuación sobre el patrimonio histórico y artístico, con excepción de los imponderables en la propia obra, no hay lugar para la improvisación, entre otras razones, para evitar cualquier tipo de ‘invención’ o ‘recreación’, que es la bestia negra de la restauración moderna. “Todos nuestros proyectos pasan el filtro del Servicio Territorial de Patrimonio, con quienes discutimos en el mejor sentido, cada detalle. Puedo ir a una reunión con unas ideas y salir con otras. Después, esos proyectos se vuelven a discutir en la Dirección General de Patrimonio, en Valladolid, de manera que todo ha estado muy acotado. No han sido actuaciones perfectas pero sí muy bien definidas”, asegura Pérez. “Hay poquísimo lugar para la improvisación aunque en obra siempre salen cosas y nos vemos obligados a tomar decisiones de obra. Ahora vamos a hacerSanta María la Nueva, con una pequeña actuación en la estructura por una serie de grietas y va a ser muy interesante”.

El proyecto cultural ‘Zamora Románica’ no se ha ceñido solamente a los edificios sino que ha contemplado los detalles más nimios, muchos de ellos procedentes de épocas en los que la principal preocupación no era la coherencia artística y arquitectónica. “Por ejemplo, nos pasó con la iluminación de San Cipriano. No pensábamos actuar más que en el exterior pero ver esos candelabros tipo mesón castellano colgados de las paredes de una iglesia románica me chirriaba tanto que pensamos que había que solucionarlo”, señala el director arquitectónico. “En estos cuatro años ha pasado un mundo, ha habido que tomar un montón de decisiones. Lo primero que pensé cuando me encargaron este trabajo fue crear un buen equipo, sin el que no habríamos podido hacer nada”, menciona, en alusión a los arquitectos, Mariola Santos y Marco Antonio Martín; los aparejadores, Marisa Silva y Pedro Andrés Bartolomé; y el historiador, Sergio Pérez. Las cosas se discuten se hablan, con opiniones de todos. “En algunas ocasiones he tenido que tomar decisiones que no han supuesto un puñetazo encima de la mesa. Creo que el resultado ha sido muy bueno, con restauraciones que siguen una misma línea y soluciones parejas”.

Continuidad
Después del intenso trabajo realizado en plena crisis económica para actualizar el valor del patrimonio románico de Zamora y a falta de media docena de actuaciones para terminar el proyecto, el futuro se antoja halagüeño una vez concluya el programa el próximo día 30 de octubre, ya que propios y extraños coinciden al señalar la conveniencia de que el proyecto cultural ‘Zamora Románica’ tenga una continuidad, sea cual sea su formato. “Una vez completado el proyecto, no debería acabar aquí. Dejamos restaurados unos edificios pero los tendrá que ver la gente y poder valorarlos en su justa medida”, afirma Pérez.

En este sentido, sacar un rendimiento turístico al patrimonio no sólo no es malo sino que podría suponer el espaldarazo definitivo para la capital zamorana, en un momento en el que cada ciudad busca con ahínco algo que la distinga radicalmente de todas las demás y que se convierta en el mensaje que se traslada boca a boca. “El patrimonio de esta ciudad es impresionante. Es un lujo tener 22 iglesias románicas en Zamora y tener la posibilidad de visitarlas en un fin de semana caminando”, dice. “Estamos peleando para que exista una segunda fase del proyecto, aunque ahí tiene que haber una implicación de otras instituciones, privadas incluidas, con otro modelo de gestión. Ojalá nos pille ya fuera de la crisis”.

De momento, para la iglesia de Santiago de los Caballeros hay un proyecto redactado que ya se ha pasado al Ayuntamiento de Zamora; hay que actuar en San Isidoro, aunque la iglesia está en bastante buen estado; y en la portada de San Claudio, “que es una pena que esté así, igual que la de San Vicente”. Además, está pendiente la intervención en San Juan y la restauración de la torre de la iglesia de San Vicente. “Pretendemos montar andamios hasta arriba para hacerla visitable. Ya hemos actuado en la fachada y ya sabemos cómo se actúa en calles estrechas”.

El director del proyecto tiene su propia ruta rápida por una parte de los templos románicos en los que ha volcado su ilusión y su trabajo durante estos años y que bien puede convertirse en una sugerencia para el visitante. “He venido muchos sábados con grupos de gente haciendo casi siempre San Cipriano, Santa María la Nueva, hemos bajado a la Ermita de los Remedios y vuelto por San Antolín, que tiene el encanto de ver ese retablo, y subido por San Esteban para terminar en Santiago del Burgo. Es una mañana. Un paseo perfecto”, detalla. “Tener siete intervenciones, como hemos tenido nosotros durante siete meses en un casco urbano con iglesias románicas en un radio de kilómetro y medio no lo encuentras en ninguna parte del mundo”, concluye.

La pregunta que queda ahora en el aire es si, con semejante espaldarazo al patrimonio zamorano, la capital recibirá más pronto que tarde su largamente esperada consideración de ‘Patrimonio de la Humanidad’.

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