domingo, 16 de octubre de 2011

El propietario del 'Lazareto' de Abaño dona el edificio a la villa de San Vicente

El Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera y el propietario del 'Lazareto' de Abaño han llegado a un acuerdo por el que el dueño de la singular construcción -un antiguo hospital de leprosos- dona su propiedad al Consistorio, con el fin de que este excepcional conjunto medieval de extraordinario valor histórico y patrimonial salve una situación de abandono que podría suponer la pérdida irreparable de un conjunto que data del año 1232 y que atesora elementos de incalculable valor.
Declarado Bien de Interés Local, el edificio pertenece a un empresario residente en Estados Unidos y forma parte de una amplia propiedad de terrenos en la que el dueño proyectaba ejecutar un proyecto urbanístico que no se ha podido desarrollar por las limitaciones urbanísticas de San Vicente.
 
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El estado de ruina en el que ya se encontraba el conjunto, y el inexorable paso del tiempo sin que se haya realizado ninguna actuación, ha llevado a que la construcción haya sufrido en los últimos años un grave deterioro que amenazaba la ruina definitiva, por lo que destacadas personalidades del mundo de la cultura y del patrimonio regional habían dado la voz de alarma sobre su situación.
En este tiempo, el Ayuntamiento de San Vicente había requerido al propietario para que actuase para garantizar el mantenimiento de su patrimonio, lo que empujó al dueño, finalmente, a donar su propiedad al Consistorio.
Este acuerdo se plasmará próximamente en un documento con el fin de que el Ayuntamiento pueda actuar con urgencia para garantizar, mediante su cierre, los bienes de dicho inmueble, y ejecutar luego de eso un proyecto de rehabilitación en el que se confía en involucrar a otras administraciones.
El conjunto se encuentra entre los pueblos de Abaño y La Acebosa, a apenas 2 kilómetros de la villa. Está formado por una amplia edificación y por la antigua capilla de San Lázaro, de la cual se conservan tanto las paredes como la puerta ligeramente apuntada y con bóveda de crucería que forma parte de la construcción del antiguo hospital, hecho por el cual este enclave puede considerarse como una de las primeras manifestaciones del gótico de Cantabria.
 
Excepcionales pinturas
Hace una década, al desprenderse parte de las capas de cal que se daban a las edificaciones que acogían las residencias para los leprosos, aparecieron unas vistosas pinturas formadas por dos barcos, un friso ajedrezado, diversos rosetones y una gran cruz sobre el altar, todas ellas realizadas en pintura roja sobre la blanca cal.
Estas pinturas atesoran un gran valor, especialmente la de los barcos, según reconoce el ex director del Museo Marítimo del Cantábrico, José Luis Casado Soto, quien considera que constituyen un testimonio único de las tipologías navales que protagonizaron la expansión oceánica ibérica. «El gran tamaño de los barcos, uno de 2,5 metros y el otro de 1,20, junto al extraordinario detalle con el que están pintados, los convierten en ejemplares sin parangón en todo el Cantábrico», reconoce Casado Soto, que recuerda que dichos barcos hicieron posible la era de los grandes descubrimientos geográficos así como la gran expansión europea de la modernidad.
 
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A todo lo anterior, de gran valor, se une el hecho de que el edificio está considerado como uno de los hospitales mejor documentados de su época, gracias a diversos trabajos de investigación que han permitido sacar a la luz diversos documentos de gran valor.
 
Repaso histórico
En 1232 se reunieron el regidor de la villa y los abades y regidores de 26 concejos del extremo occidental de las Asturias de Santillana para fundar la Cofradía en la Malatería de Abaño.
Dos meses después, un matrimonio de potentados de la época, Pedro Juanes y su esposa doña Yllana, donaron a la recién creada Cofradía tierras, casas, iglesia horreos y ganado para garantizar el sostenimiento de dicha Malatería, que se organizó desde sus inicios a modo de orden religioso.
La orden cumplió su función de dar acogida a los leprosos de la comarca hasta pocos años después de la Guerra de la Independencia. Sin embargo, sus bienes cumplieron una gran labor social final, ya que fueron destinados para el sostenimiento de la escuela de primeras letras de la villa de San Vicente, tal y como fijó la Comisión de instrucción Primaria de la villa por Real Orden del 28 de marzo de 1845. Queda en manos del Ayuntamiento recuperar tanta historia.

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