El cementerio histórico de San Miguel
comienza a quitarse de encima décadas de abandono, desidia y polvo. El plan de
rehabilitación, en el que intervienen el Ayuntamiento y sus empresas públicas
Parcemasa y Limasa, actuará en cuatro frentes, aunque el eje principal es la
reposición de las fachadas de los edificios que están situados en la entrada
principal, desde la plaza del Patrocinio. También incluye la restauración
exterior de la capilla; la creación de una zona dedicada a las cofradías que
forman parte de la historia del camposanto; el arreglo y puesta en marcha de la
fuente y una limpieza integral de los nichos que son de propiedad municipal.
En los edificios de la entrada, que
forman una 'L', además de los muros exteriores se va a reponer los tejados, de
manera que se eliminen las goteras y se recupere su estética original, con un
plazo de ejecución de seis meses. En el interior de algunas de estas estancias
aún se ven las viejas cámaras frigoríficas y las mesas de autopsias. Araceli González,
directora de este espacio, explica que lo primero es arreglar el envoltorio y
parar el deterioro, y luego se entrará a recuperar el interior de las salas,
para las que se está diseñando un proyecto cultural, en colaboración con los
médicos forenses. «El exterior es lo más importante, porque es muy llamativo y
servirá para que la gente se dé cuenta de que el cementerio está mantenido y se
está trabajando en su mejora. El alcalde (Francisco de la Torre) tiene mucho
interés por este espacio», añade.
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Fuente y hermandades
Paralelamente, Emasa está recuperando
el diseño original de la fuente, de ladrillo visto, que, según González, es
«una seña de identidad de este cementerio, como se puede ver en algunos
panteones e incluso la iglesia originalmente era así». Por su parte, Limasa
está haciendo un profundo trabajo de limpieza, saneando los nichos municipales
con agua a presión para quitarles la cal y recuperar su estética.
En la esquina más cercana al polígono
empresarial Centro Olletas estaban los panteones de varias cofradías, algunas
todavía existentes y otras desaparecidas: una de las hermandades del Carmen; la
extinta Humildad; Fusionadas y Mena. Todos los enterramientos (menos el de la
última, que lo conserva y que se ha comprometido a restaurarlo) se han perdido,
por lo que, a modo de homenaje, se han restituido en estos espacios las cruces
originales de las tumbas, que sí se conservan, «de manera que queden como un
recuerdo del paso de las cofradías por San Miguel, que tuvieron un papel importante,
ya que fueron las que acotaron el recinto».
En una obra posterior se va a
adecentar la fachada de la iglesia y los dos módulos situados a ambos lados,
que servían como velatorio y sacristía, y se va a reponer la espadaña perdida
en uno de ellos. El interior se encalará provisionalmente, para preservar las
pinturas murales, que tendrán que estudiarse dentro de un proyecto de
restauración integral. Para la directora, estas labores permitirán al
Ayuntamiento «tener argumentos para exigir con más fuerza a los propietarios de
los panteones abandonados que los restauren; va a estar todo arreglado y lo de
cada familia no podrá quedarse fuera».
Una vez que culminen estos trabajos,
el objetivo es que San Miguel entre a formar parte del circuito cultural de la
ciudad, para lo que también se ha previsto la ordenación del tráfico y los
aparcamientos en la plaza del Patrocinio, de manera que sea más transitable y
puedan llegar los autobuses turísticos. «Hay muchos cementerios en España que
no tienen la entidad que tiene este», apostilla Araceli González.
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