Cuatro joyas del patrimonio histórico artístico de Extremadura tendrán a partir de ahora una especial protección al ser declaradas por la Junta Bien de Interés Cultural (BIC). Se trata de la ciudad romana de Regina, cerca de Casas de Reina; el Palacio de Carvajal, en Cáceres; el Convento de la Bien Parada, en Abadía; y el conjunto de huerta, noria y cocedero de altramuces de la finca La Cabra, en Monesterio.
Regina Turdulorum, declarada BIC con categoría de Zona Arqueológica, ha sido citada desde antiguo por diferentes eruditos y autores clásicos. La ciudad vivió su época de apogeo en el periodo Flavio (siglo I después de Cristo), tras adquirir el estatuto municipal otorgado por Roma. Su importancia se debe a la riqueza productiva de las tierras de la zona y a su ubicación junto a la ruta que comunicaba los valles medios del Guadiana y el Guadalquivir.
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El Palacio de Carvajal ha sido catalogado BIC con categoría de monumento. Enclavado en la Ciudad Monumental de Cáceres, también recibirán protección las edificaciones anexas, pertenecientes a la Diputación, levantadas entre la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. Fue mandado construir por Pedro de Carvajal y conserva restos más antiguos, siendo elementos de particular interés histórico-artístico la fachada principal, la llamada Torre redonda, el patio porticado y la capilla, entre otros. Además, posee un rico contenido en obras de arte.
El Convento de la Bien Parada, en Abadía, también pasa a tener categoría de monumento. Edificado por la orden franciscana, se trata de una interesante muestra del estilo barroco más sencillo y depurado. Su estado de conservación es malo.
Por último, el conjunto de huerta, noria y cocedero de altramuces de Monesterio pasa a tener el título de Lugar de Interés Etnológico. Consta de inmuebles e ingenios que ocupan un espacio alrededor de un manantial en plena dehesa. El conjunto, en lo puramente arquitectónico, integra las más destacadas técnicas constructivas de buena parte de la provincia, como piedra seca, mampostería, tapial y ladrillo. Configura un peculiar conjunto entre dos espacios muy diferentes, la dehesa y la huerta, merced a la presencia de agua, lo que permitía el mantenimiento de la segunda y el tratamiento del altramuz, recurso relacionado con el ciclo del engorde del cerdo durante el verano.
El Periódico de Extremadura
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