Entrevista a Francisco Martínez,
presidente de la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía
Imprescindibles
para la navegación marítima nocturna, los faros atesoran originales e
indudables atractivos. Los solitarios ojos ciclópeos destellantes,
aparentemente ubicados en parajes inaccesibles, se asientan en lugares
estratégicos e insólitos del litoral costero con la finalidad de guiar a los
navegantes de noche mediante sus señales luminosas, función para la que fueron
alzados. Los faros han sido, son, escenarios de innumerables pasajes literarios
o cinematográficos, inspiración de pintores, fotógrafos y poetas, debido a su
peculiar atmósfera, a su fascinación irresistible. Fruto de esa seducción y con
el ánimo de agrupar a todas las personas que se sienten atraídas por los faros,
bien por su belleza o la de su entorno, bien por su historia, por su presencia
junto al mar, por la paz y la tranquilidad que muchas veces representa su
aislamiento de las zonas urbanas, se ha alumbrado recientemente la Asociación
de Amigos de los Faros de Andalucía, una organización sin ánimo de lucro con
sede en Sevilla y presidida por Francisco Martínez García.
-¿Por qué en Sevilla que no tiene costa, Francisco?
-A
primera vista resulta original y llamativo que una Asociación que tiene entre
sus principales objetivos la defensa del patrimonio histórico, social y
arquitectónico que significa el conjunto de los faros andaluces nazca en la
capital de una de las 3 únicas provincias de nuestra Comunidad que no tienen
costa. Pero Sevilla, a pesar de no tener mar, está y se siente cerca de él.
Tiene puerto, tiene Autoridad Portuaria, tiene uno de los pocos museos
existentes en España donde se exponen señales de ayuda a la navegación y donde
podemos ver maquetas de faros españoles, lentes de Fresnel, lámparas de
incandescencia por vapor de petróleo a presión, luces de acetileno con
intermitencia automática que alumbraron nuestras costas durante buena parte del
siglo XX y algo que ya quisiera lucir en alguna sala cualquiera de los grandes
puertos del país: la antigua lámpara de arco voltaico de Cabo Vilán, primera
señal luminosa eléctrica que se instaló en un faro español. Y de la Autoridad
Portuaria de Sevilla dependen el faro de Bonanza, en la marinera Sanlúcar de
Barrameda y el faro más alto de España y de la Península Ibérica: Chipiona. Tal
vez ahora no resulte tan extraño que la primera Asociación de Amigos de los
Faros española haya nacido en Sevilla.
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-¿Cómo y dónde le
surgió la afición por los faros?
-De
visitarlos. A medida que los he ido conociendo he aprendido que son un
patrimonio histórico, cultural y arquitectónico que la población en general
desconoce. Ese patrimonio hay que protegerlo y para hacerlo tenemos que
conocerlo. Nuestro objetivo básico es colaborar con las Autoridades Portuarias
en la protección de los faros andaluces y para ello nos hemos trazado dos
caminos: el primero es acercar los faros a la sociedad en general y a los
chavales en particular. Esto lo haremos con charlas en los colegios que quieran
colaborar y en las que hablaremos a los alumnos de la historia de los faros, de
su evolución en el tiempo, de la labor que hacen y de su importancia. El
colegio Maestro Juan Antonio Velasco, en Utrera, es el primero donde estas
charlas se van a realizar y estamos viendo con la Delegación de Educación la
posibilidad de hacer una exposición itinerante de fotografías tanto de faros
andaluces como de sus escaleras, lentes, o vistas desde sus linternas.
-La puesta de largo de la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía coincide con importantes acontecimientos relacionados con los faros
-Efectivamente, este año se conmemora el centenario de la inauguración del faro de Cádiz, el 150 aniversario de la colocación de la primera piedra del faro de Chipiona y los 150 años de funcionamiento de los primeros faros almerienses. Esto es historia y es patrimonio andaluz que hay que conservar para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos lo disfruten, y para ello hace falta la colaboración de todos. Ese es otro de nuestros objetivos.
-¿Qué futuro le espera a los faros?
-A
medida que los actuales fareros vayan dejando su puesto de trabajo los faros se
irán convirtiendo en simples luces controladas desde el puerto por un
ordenador. Es posible que algunas de las instalaciones aledañas se conviertan
en salas de exposiciones, en bibliotecas o en centros de interpretación de
determinada costa y podamos ver en ellas proyecciones de cómo era la vida en la
zona, en el mar, pero el faro en sí, la torre, sus escaleras, su óptica, su
linterna. ¿Dejaremos que se pierdan igual que se perderá el oficio de farero?
Yo he tenido suerte de visitar 17 de los faros que hay en Andalucía, de subir
sus escaleras, de ver las lámparas que de noche guían a otros hombres, las
lentes, los flotadores de mercurio sobre los que giran, el peso motor que los
hacía girar antiguamente y que hoy en día aun sirve para emergencias en más de
un faro, de mirar desde sus balcones y ver el mundo desde otro punto de vista y
es realmente una pena que estas experiencias no las tengan muchas más personas,
porque entrar en un faro es entrar en la historia y en la técnica a la vez, en
el pasado y en el presente. Subir a un faro es mucho más que subir a una torre.
He tenido la inmensa suerte de conocer a fareros como José Ramón, Mario,
Antonio, Ángel, Luis y Septimio, de charlar con ellos, de compartir en
ocasiones parte de su historia, de su vida, porque esas historias y esas vidas
están unidas a sus faros.
En enero de 2009, junto con su hija Lucía, Francisco Martínez García dio la vuelta a España en una auto caravana para visitar la casi totalidad de los faros españoles peninsulares. Después, en solitario, el recorrido fue por la costa portuguesa, desde la frontera con Galicia hasta entrar otra vez en Andalucía por Ayamonte. Conoció los faros portugueses y tuvo la suerte de que le dejaran entrar a 2 de ellos, Montedor y Sines. Para completar su maridaje con los faros, Francisco tiene publicado un libro, en plan autoedición, compuesto por 55 relatos cortos donde el personaje principal, quien cuenta las historias, es un viejo farero y su título es "En la soledad del faro".
Sólo le falta vivir en un faro. Es el caso de Mario Sanz, también miembro de la Asociación, autor de numerosas publicaciones y farero del faro de Mesa Rolda Mario Sanz, uno de los únicamente tres habitados en España.
Para ampliar información acerca de la
Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía, no hay más que escribir a farosdeandalucia@hotmail.es.
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