Por muchos es conocido y admirado el
origen musulmán de la ciudad. Pero las raíces de Badajoz se remontan más atrás.
Durante las diversas excavaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en la
Alcazaba -la más reciente de ellas realizada en el proyecto de restauración y
consolidación ejecutado entre finales de 2010 y mediados de 2012- y las
intervenciones que se han desarrollado en el fuerte de San Cristóbal -donde en
estos momentos está en marcha una campaña de arqueología-, han salido a la luz
numerosos materiales de época prehistórica. En la imagen de abajo se muestran
algunos de los objetos que fueron obtenidos en excavaciones efectuadas hace
décadas en San Cristóbal.
Estos
hallazgos vienen a constatar que tanto en el cerro de La Muela como en el de
San Cristóbal hubo asentamientos de poblaciones en el periodo prehistórico.
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En este
sentido, de la Alcazaba se han recuperado restos del Calcolítico (Edad del
Cobre), de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. De estas mismas etapas se
han destapado ahora numerosos vestigios en las obras que se están efectuando en
el fuerte de San Cristóbal, en la Margen Derecha del Guadiana. En cuestión de
meses Badajoz ha desenterrado una parte importante de su pasado más primitivo.
Al museo
Una vez que se
encuentran, estos elementos son estudiados, documentados y catalogados.
Posteriormente se envían al Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, donde se
conservan e, incluso, se exponen algunos de ellos.
Según explica
Rodrigo Cortés, arqueólogo que participó en la última excavación de la Alcazaba
y que forma parte del equipo que está trabajando en los sondeos y seguimiento
arqueológico del yacimiento ubicado en el fuerte de San Cristóbal, la mayoría
de los materiales prehistóricos que se recuperan son objetos aislados, fuera de
contexto, por lo que no aportan mucha más información de la que ya se conoce
sobre este periodo histórico en la capital pacense. Se trata de trozos de
cerámicas o algún canto, entre otras cosas.
En el caso de
la fortaleza abaluartada del siglo XVII, que actualmente está siendo
restaurada, las piezas han aparecido en el interior del recinto. En este mismo
espacio se ubican los demás restos que han sido descubiertos durante las catas
previas a la intervención y en el seguimiento.
A finales de
noviembre de 2012 empezaron los sondeos vinculados a la fase previa de
excavación del proyecto de rehabilitación de este enclave. Las labores duraron
dos meses, ya que concluyeron a finales del pasado mes de enero. Durante este
tiempo se realizaron varias catas en el foso del fuerte y otras tres en el
interior.
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«Hay
constancia de que hubo un asentamiento prehistórico y que también pudo existir
un poblado medieval, aunque si lo había ya no queda nada. Durante la
edificación de esta construcción en 1642 quedó la plataforma del cerro
totalmente arrasada», indica Cortés. «En el foso no apareció nada. Tampoco lo
esperábamos porque, además, los franceses volaron la roca con pólvora, así que
si hubiera habido algo habría sido destruido», añade.
Actuación
en el fuerte
En el interior
de las murallas sí ha aparecido un sistema de muros de lo que podría ser una
antigua construcción religiosa. «Se sabe que en el siglo XVII existía una
ermita que dio nombre al fuerte y que se siguió utilizando posteriormente.
Ahora estamos estudiando y valorando si esos arranques de muros pertenecen a
ella o no», manifiesta el arqueólogo.
Dentro de la
fortificación también han sido descubiertas áreas de pavimento empedrado
(fotografía de arriba), «que están asociadas a las obras que se llevaron a cabo
en 1811» y un pozo de agua. Parte de dicho pavimento, que ya ha sido tapado,
fue destrozado por uno de los ataques vandálicos que se ha registrado en este
espacio.
Finalizadas
las excavaciones previas, comenzó el seguimiento arqueológico de la
intervención. Se trata de vigilar, controlar y verificar que durante la
ejecución del proyecto ningún elemento patrimonial se vea afectado. Los
arqueólogos están presentes cada vez que se lleva a cabo algún movimiento de
tierra.
Según narra
Cortés, durante estas tareas se ha destapado la base de un muro que yacía bajo
tierra en la zona norte de la fortaleza. «Parece que es el muro espaldón del
baluarte. Este lienzo hacía de barrera para resistir el empuje de tierras y
agua», destaca el arqueólogo. El arquitecto encargado de este proyecto, Luis
Acevedo, asegura que este hallazgo se pondrá en valor y se mantendrá a la vista
para que pueda ser contemplado por los visitantes.
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