Un gran estruendo sacudió a las 7 de
la mañana del 12 de enero al pueblo de Tembleque. Era el último estertor que emitía la antigua posada
ubicada en la Plaza Mayor del siglo XVII, monumento nacional desde 1973. Unos
tres metros de la fachada oeste de la plaza se venían abajo sin causar daños
personales. Nadie se sorprendió. El deterioro y el abandono de la finca era
evidente. El paso del tiempo había ido socavando la casa ante las diferencias
entre sus propietarios, que pretendían erigir un nuevo hotel derribando el
viejo edificio, y la Dirección General de Patrimonio que apostaba por
restaurarlo.
«Hay
hundimientos cantados y éste era uno de ellos», se lamentaCarlos Morenés,
vicepresidente de Hispania Nostra. La asociación para la defensa
y puesta en valor del Patrimonio Cultural español recopila en su Lista Roja más de 400 edificios de
patrimonio civil, militar y religioso en situación de abandono. El último en
engrosar este preocupante listado es la Cartuja de Nuestra Señora de las
Fuentes o de los Monegros de Sariñena (Huesca), declarada bien de interés
cultural (BIC) en 2002. La maleza se va adueñando de este monasterio hoy
propiedad de las hermanas Bastarás, el chapitel de su campanario ya se ha
hundido y peligran los frescos únicos que alberga de Fray Manuel Bayeu, cuñado
de Goya.
La Lista Roja
«ha aumentado en los últimos años», según explica Morenés, que vaticina un
negro futuro tras estos años de crisis económica. «El fuerte descenso de las
partidas para patrimonio, la desaparición de las subvenciones y la retirada de
patrocinadores que se está produciendo se van a notar de aquí a diez años. El
patrimonio va a sufrir una barbaridad», considera.
El convento
de Santa María de Jesús de Ávila, más conocido como Las Gordillas, padece en
sus propios muros esta realidad. El proyecto para construir un hotel de cinco
estrellas en este Bien de Interés Cultural ha quedado congelado al no poder
acometer las obras la empresa adjudicataria. Fuentes de Urbanismo del
Ayuntamiento de Ávila consideran que «sería conveniente hacer una intervención
ya», bien con otra empresa que retomara el proyecto del hotel o mediante otro
procedimiento para salvar de la ruina al edificio, como se ha logrado con el
palacio Caprotti o con Los Verdugos. El de Las Gordillas es uno de los muchos
proyectos de conservación y restauración que se han visto paralizados por la
crisis. En el Palacio de Ustáriz de Madrid los andamios quedan como
testigos de las obras que iban a convertir este edificio del siglo XVIII en
hotel y que se paralizaron por el caso Malaya al ser su propietario José
Antonio Roca. «No sabemos en qué situación se encuentran las pinturas de Goya
de su interior», apuntaVicente Patón, presidente de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio.
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En cambio,
para Carlos Bitrian, presidente de la Asociación
Pública en Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa), la crisis
actual es un buen momento para reflexionar sobre la conservación del patrimonio
tras unos años de bonanza que «han sido tiempos de vileza y depredación
urbanística». «Es un respiro paradójico», añade.
BIC en peligro
Sólo en
abadías, monasterios y conventos y según la revisión realizada en 2011 del Plan
Nacional, existen más de 550 edificios o restos de monasterios medievales de
entre los siglos X al XV declarados Bien de Interés Cultural, uno de los
más altos grados de protección que otorga la legislación española al patrimonio
histórico-artístico español, aunque ser BIC no les libra del abandono. El
historiador del arte de la Fundación de Santa María la Real, Artemio
Martínez Tejera, reseña más de 20 espacios monásticos que reclaman una
actuación urgente, entre los que destaca Santa María de Palazuelos en
Valladolid. «Estaba en buen estado, pero los recortes le han hecho pasar a
engrosar la otra lista», afirma este experto. La crisis ha afectado también al
mantenimiento, cuyo coste en España corre a cargo casi exclusivamente de las
distintas administraciones. Martínez Tejera alerta además sobre la situación de Santa
María de Bonaval (Guadalajara) y Santa María de Rioseco (Burgos).
«Están prácticamente enteros pero sin cubiertas y si en 4 o 5 años no se hace
nada se van a venir abajo, si no antes», asegura.
La situación ha llevado a los
propietarios de San Salvador de Albeos, en Crecente (Pontevedra), aponer en venta este cenobio románico
por 300.000 euros ante la imposibilidad de rehabilitarlo. A ese
precio salió a la venta hace dos años el Convento
del Desierto en Calanda (Teruel), conocido en Aragón como «el
pequeño Escorial» por sus colosales dimensiones. En 2012 ya se vendía por
150.000 euros este edificio barroco catalogado Bien del Patrimonio Cultural y
en franco deterioro por abandono.
Camino de la
ruina se encuentra también la Torre de Celles, un palacio rural asturiano
del siglo XVI «paradigmático» y «muy singular» a juicio del arquitecto de la
asociación Instituto del
Patrimonio Arquitectónico de Asturias, José Ramón Fernández
Vázquez de Prada. «Por sus características arquitectónicas y artísticas es
acreedor de valores culturales muy importantes -añade- que lo hacen merecedor
de una gran protección». Declarado Bien de Interés Cultural en 2003, sufre un
deterioro cada vez mayor pese a que su propietaria ha sido multada por no
conservar el edificio en condiciones.
En Segovia, la Asociación Cultural
Amigos de la Villa y Tierra de Sepúlveda, intenta desde hace años que Manuel
Cosío ceda a la Junta de Castilla y León el Castillo de Fernán González,
deshabitado desde hace 30 años, para albergar el archivo de la localidad. «A
los descendientes de Fernán González les cuesta mucho mantenerlo y se encuentra
en estado precario», cuenta María Bernal Sanz, miembro de la Junta de
Hispania Nostra y presidenta de la asociación que desde hace siete años
promueve este proyecto para salvar el castillo de la ruina.
También se
encuentra «estancado» el futuro del frontón Beti Jai de Madrid, a la
espera de sentencia judicial, según explica Igor González, portavoz de la
plataforma Salvemos el Beti Jai. El precio de la
expropiación fijado en 7,2 millones de euros fue recurrido tanto por el
Ayuntamiento, que solo quería pagar 5,7 millones, como por los propietarios de
este «Vaticano de la pelota» declarado BIC en 2010, que piden 32 millones. El
arquitecto Vicente Patón estima la reparación urgente necesaria para
evitar que el edificio se venga abajo en menos de un millón de euros. «Nos
preocupa la cubierta, se puede caer en cualquier momento», señala el presidente
de la asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio que alerta sobre otro monumento
de la Comunidad de Madrid. «El Palacio de Monesterio en San Lorenzo del
Escorial se está cayendo», recuerda Patón. Propiedad del BBVA, este antiguo
palacio de Felipe II construido en el siglo XVII por Juan Gómez de Mora, está
actualmente abandonado. Uno más.
Con 44 lugares
en la lista de la Unesco, España es el segundo país con más patrimonio
protegido del mundo, por detrás de Italia y algunas fuentes estiman en 40.000
los puntos patrimoniales valiosos en el país. Mantener en buen estado este
legado resulta una tarea ingente, como reconoce Carlos Morenés, vicepresidente
de Hispania Nostra que, sin embargo, cree que «no se tiene en cuenta que es
mucho más barato el mantenimiento que la reconstrucción».
«Hay que
olvidar esa dañina asociación de que «conservar» significa «gastar», considera
Artemio Martínez. «Conservar significa invertir, pues no se puede explotar lo
que no se conserva, ni lo que no se conoce». La clave es aprovechar el
inmenso patrimonio español «como yacimiento de empleo y motor económico de
zonas deprimidas», a juicio de este historiador del arte que recuerda cómo
muchos de los monasterios fundados algunos hace ya mil años fueron el motor
económico de un territorio en momentos de crisis como los que ahora vive
España. «Ahora siguen siendo un yacimiento de empleo para historiadores,
arqueólogos, arquitectos, aparejadores, restauradores, informáticos y una
correcta gestión del edificio permitiría la creación de puestos de trabajo
indirectos» como se ha logrado en el monasterio gallego de San Cristina de
Ribas de Sil, que una vez restaurado se autofinancia con el simbólico importe
económico de la entrada.
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