La oleada de vandalismo también ha
llegado a l’Horta, donde en los últimos tiempos se han registrado un buen
número de casos. En Silla, unos gamberros destrozaron por segunda vez en un par
de meses las placas solares instaladas en el techo de los vestuarios del campo
de fútbol para calentar el agua de las duchas. Acabaron con ellas a patadas y
pedradas. La reparación exige 8.000 inalcanzables euros para un ayuntamiento en
quiebra que opta, de momento, por dejarlas sin arreglar.
En Alfafar, el edificio del IES Jaume
I, en desuso desde hace años, recientemente también fue víctima de los vándalos
durante algunas semanas. En este caso, los gamberros se dedicaban a entrar de
manera clandestina en el inmueble para destrozar ventanas, persianas y el poco
mobiliario que aún quedaba, además de reventar los paquetes de alimentos no
perecederos que el consistorio almacenaba para repartir a las familias más
necesitadas.
Sabotaje al suministro de agua
En Paterna, el vandalismo ha atacado
directamente a los contenedores de residuos y la red de suministro de energía.
En el Barrio de la Coma muchos depósitos fueron incendiados en un constante
goteo de siniestros que llevó de cráneo a Bomberos y Policía Local.
En Alaquàs, unos gamberros no dudaron
hace un mes en atacar el patrimonio histórico local al realizar una pintada de
más de seis metros de largo en uno de los muros del Castell, un edificio que
data del siglo XVI. Como consecuencia de la agresión, el inmueble está siendo
sometido a un complejo trabajo de limpieza. Y en Mislata, otros vándalos
destrozaron a pedradas el Centro de Interpretación de la Huerta, una
construcción que ni siquiera está inaugurada y cuyos ventanales han caído ya
víctima de los comportamientos incívicos.
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