Más de 70 personas acudieron a la
llamada de tres asociaciones de vecinos de Villena. El motivo era encalar
varias de las casas del casco histórico de la ciudad. La mayoría de quienes se
pusieron ayer manos a la obra desde las diez de la mañana hasta la una de la tarde
fueron vecinos de los tres barrios: Rabal, Cruces y San Antón. Pero la llamada
también llegó a unos holandeses afincados en Caudete y Castalla, quienes
blandían con orgullo sus brochas naranjas, color que simboliza a su país de
origen. Grupos de jóvenes organizados y algunos universitarios se acercaron a
degustar a primera hora el almuerzo típico villenero, que las asociaciones
organizaron y a formar parte de las cuadrillas que tomaron el casco antiguo.
El presidente de la asociación de vecinos del Rabal, Pepe Cabanes, se mostró satisfecho de la respuesta que obtuvo su llamada y de poder cumplir el objetivo de encalar las fachadas de las casas más deterioradas de la calle La Rambla, así como las casas y muros más cercanos al Castillo de la Atalaya. El Ayuntamiento de Villena, a través de la Oficina del Casco Histórico, participó suministrando el material: cal y brochas.
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El blanco fue el
color predominante, en lo que han llamado "la encalija colectiva",
aunque los ocres y los azuletes también tuvieron presencia en estas fachadas.
Se intentó respetar al máximo como antiguamente estaban las casas del casco
histórico pintadas.
En Villena, tradicionalmente, en el mes de agosto, antes de las celebraciones de las fiestas patronales, las mujeres, sobre todo, encalaban las casas con el fin de mostrar la mejor imagen en los días festivos. De hecho existía el oficio de encaladora, mujeres que se dedicaban a pintar de blanco las fachadas de la parte alta del casco histórico, color tradicional de esta zona en la ciudad. Dos de ellas prestaron su conocimiento a los participantes. En la tarde del viernes les enseñaron a los vecinos como realizar las mezclas de los colorantes con la cal y cómo utilizar las brochas y engancharlas a los palos para llegar a las zonas más altas de las fachadas.
El hecho de realizarla en estas fechas se debe a que en dos semanas el barrio del Rabal celebrará dos de sus celebraciones más importantes, la fiestas de San José, patrón de la zona, y el mercado medieval.
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Una vez más, las
actividades realizadas por las asociaciones de vecinos del casco histórico van
destinadas a que villenenses de otros barrios pisen las calles del germen de la
ciudad, pero al mismo tiempo una de las zonas más deprimidas. Este objetivo
también se consiguió al pasear algunos curiosos por el barrio. La mayoría de
ellos eran personas de cierta edad que recordaron como era el barrio antaño y
como veían a sus madres y abuelas encalar. Ayudó a ello la presencia de
miembros de la Asociación Fotográfica de Villena, que participaron de la
actividad con sus cámaras.
Al mismo tiempo, como argumentó el presidente de la asociación de vecinos de San Antón, Raúl Hernández, uno de los objetivos de esta iniciativa es cambiar la imagen que los turistas reciben del casco histórico "puesto que las fachadas de las casas cercanas al Castillo dan una sensación de abandono en la zona".
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