Las emisiones que provoca el tráfico
rodado no son buenas para la salud, el medio ambiente y para la conservación
del patrimonio de la ciudad. Los
templos están padeciendo en los últimos años un “deterioro acelerado” debido al
paso de los coches cerca de sus fachadas, según un estudio publicado por
el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, que recomienda “establecer
perímetros de seguridad” en torno a estos monumentos. Además, en sus
conclusiones, defiende la modificación de “los planes urbanísticos, en los que se deberían tomar medidas tales como
el control del tráfico mediante limitación en el número de vehículos y áreas de
restricción”. Es decir, que sería favorable a iniciativas como la
peatonalización de la Avenida, que favoreció la restauración de la fachada de
la Catedral, o el Plan Centro que el actual alcalde, Juan Ignacio Zoido,
decidió anular respondiendo a una de sus promesas electorales.
En concreto, los templos analizados,
que fueron construidos entre los siglos XIII y XIX, se encuentran en el Casco
Histórico y en Triana, siendo Torneo y la Macarena los lugares con mayor
concentración de emisiones, en especial de óxido de azufre, uno de los
elementos que más ataca a las fachadas de las iglesias. El informe indica que,
debido al bajo índice de actividad industrial en la capital hispalense y la
variación de la presencia de este óxido en función del tráfico, todo “hace
pensar que la principal fuente de azufre en Sevilla proceda la circulación de
vehículos a motor”.
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El estudio hace una clasificación de
las “patologías” más frecuentes en las fachadas de las iglesias. En primer
lugar se encuentran las incrustaciones o reposiciones que se han puesto a lo
largo de los años y que son incompatibles con los materiales originales. Además
están los depósitos (que se visualizan como manchas) superficiales de color
grisáceo o negro que pueden observarse en los templos. “Ambos indicadores de
alteración tienen una frecuencia de aparición muy alta, presentándose en un
porcentaje del 75% y el 78%, respectivamente”, señala. Asimismo, indica que las
reposiciones que con el paso del tiempo están en mal estado son causadas por
las reparaciones, “no siempre acertadas, que se han sucedido desde el primer
tercio del siglo XX”.
Las pérdidas de material y la erosión, por su parte, aparecen en el 50% de las
portadas de piedra de los templos estudiados –entre los que se encuentran la
Anunciación, la Magdalena, San Julián, San Juan de la Palma o San Lorenzo,
hasta sumar 25–, si bien su extensión varía dependiendo del monumento.
El último factor de alteración en
cuanto a la frecuencia en su aparición son las costras negras, que se detectan
de manera visual en el 37% de las fachadas analizadas por el Instituto Andaluz
de Patrimonio Histórico en el Estudio estratigráfico de costras y
depósitos en templos del Casco Histórico de Sevilla. Estas costras, explica,
“implican una reacción química, cuyo mecanismo se produce por el ataque de los
óxidos de azufre a la matriz carbonatada de las rocas”.
Estas alteraciones pueden observarse
en sus diferentes vertientes en los templos analizados. Pueden encontrarse
incrustaciones en las jambas estriadas del arco ojival de la portada de la
iglesia de Santa Ana o depósitos en la imposta de los templos de Santa Catalina
y San Marcos. En el caso de Omnium Sanctorum, el informe destaca las costras
negras en su arquivolta, jamba e imposta de la fachada principal.
“Se aprecia una relación directa entre
la intensidad del tráfico y la alteración por costras negras y depósitos”,
insiste el estudio, al tiempo que subraya que las costras negras se pueden
contemplar a simple vista con más frecuencia en las iglesias que se encuentran
en calles con alta densidad de paso de vehículos y con las fachadas muy cerca
de ellas. Ahí la frecuencia de la patología aumenta al 58% de los casos, “mientras
que en portadas ubicadas en vías de medio y bajo tránsito de vehículos su
presencia disminuye considerablemente a porcentajes del 30% y el 18%
respectivamente”.
Mientras tanto, la aparición de
depósitos en estas fachadas “sigue también una relación directa con el tráfico
rodado, si bien las diferencias entre los porcentajes de aparición no son tan
marcadas”, reseña el informe.
En lo que se refiere a la
concentración de óxido de azufre, el estudio revela que el paso de tráfico
rodado multiplica la aparición de costras negras en las fachadas.
Ya en 2009 un estudio en el que
participaron profesores de las universidades de Sevilla y la Olavide revelaba
que las costras negras “derivadas del intenso tráfico” constituyen el
“principal problema” de las fachadas de los templos de la ciudad.
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