En
Barcelona rehabilitado como hotel un palacete gótico de Barcelona con tramos de
la muralla romana.
El arquitecto Rafael Moneo ultima la rehabilitación de un palacete del siglo XII situado en
el barrio gótico de Barcelona, que está construido junto a
la torre número 28 de la muralla
romana, que abrirá sus puertas a finales de agosto como hotel Mercer de cinco estrellas
Gran Lujo.
El edificio, declarado Patrimonio
Nacional, alberga 28 habitaciones distribuidas en tres plantas y todas tienen
algún elemento histórico como partes del muro de la torre, techos y vigas de
madera originales de la edad media o paredes de varios siglos de antigüedad,
según ha explicado a Efe el propietario del hotel y presidente del grupo Mercer
Hoteles, Pedro Molina. El palacete, en el que había vivido una familia
acaudalada de la burguesía catalana, está situado en el número 7 de la calle
Lledó, y hasta su compra en el 2003 para convertirlo en hotel albergaba algunas
viviendas y locales industriales.
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Pedro Molina ha explicado que el
edificio cuenta con elementos góticos en la parte delantera y con muros de
época romana, del año I después de Cristo en la parte trasera, y que en la
rehabilitación se han encontrado elementos originales que estaban ocultos por
las obras sucesivas que se habían hecho sobre la edificación. En la planta
baja, la más noble, está el restaurante que cuenta con una pared de la muralla
romana y con un reservado instalado en lo que era la antigua torre de
vigilancia, en la que se han encontrada alacenas originales y restos de
pinturas de la época.
El camino de ronda, que también se ha
recuperado, es ahora una pequeña biblioteca para los huéspedes, y toda la
rehabilitación y todos los restos que se han encontrado en lo que fue el núcleo
de la ciudad romana de Barcino (Colonia Julia Augusta Flaventina Paterna
Barcino), fundada en la época del emperador Augusto, se ha hecho en
coordinación con el Patrimonio Artístico de la Generalitat. En el centro
del edificio hay un patio medieval con arcos y balcones que se fueron
modificando con los años, que han dado como resultado la convivencia de
elementos neoclásicos, molduras del siglo XIX, ventanas góticas y artesonados
de madera.
El hotel cuenta con una suite
presidencial en la última planta, de 150 metros cuadrados, que mantiene la
nobleza de los grandes edificios medievales y que desemboca en una galería que
mira a la calle y que está presidida por columnas de piedra que rematan la
fachada.
El nuevo establecimiento será el buque
insignia del grupo Mercer Hoteles, que ya cuenta con otros dos establecimientos
del mismo perfil, el Mercer Hotel Casa Torner y Güell, en Vilafranca del
Penedès (Barcelona) y el Mercer Boria, situado en un palacete del siglo XVIII
en Barcelona.
Rafael
Moneo rehabilita como hotel un palacete con muralla romana de Barcelona.
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El
Gòtic gana un hotel de lujo con tesoro arqueológico.
Con 14 novedades hoteleras en
Barcelona este año -y eso en plena crisis-, abrir un hotel pequeño de 28
habitaciones podría parecer un mérito menor. Sin embargo, el Mercer Hotel
Barcelona no será uno más a añadir a la larga de lista de alojamiento que eleva
a casi 34.000 las habitaciones de la ciudad. Varias señas de identidad lo
avalan -en pleno Gòtic, cinco estrellas gran lujo, solo 28 habitaciones y una
reforma millonaria capitaneada por el arquitecto Rafael Moneo-, pero hay un
elemento definitivo que lo sube al olimpo local: su herencia arquitectónica. El
hotel, que abrirá el día 30 agosto y se halla en fase final de obras, se ubica
en un edificio singular cuyos orígenes se remontan al siglo I y que atrinchera
un sinfín de piezas de distintos siglos que lo convierten en un homenaje a la
historia local. Será el segundo hotel monumento de Barcelona, tras el Casa
Fuster.
Cuenta Pedro Molina, presidente de
Mercer Hoteles (con otras dos pequeñas joyas y tres proyectos a la vista), que
este será su buque insignia. Un sueño personal que suma ya nueve años de
trabajo. El empresario lo adquirió en el 2003, cuando aún tenía usos
residenciales y viejos talleres, y lo que siguió fueron años de proyectos
previos, estrecha supervisión municipal (por su catalogación patrimonial) y
cuatro años de rehabilitación junto con Patrimoni de la Generalitat, la
Universitat de Barcelona y el estudio de Moneo.
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En el nuevo hotel no hablan de
presupuesto. Molina asegura que se trata de una inversión que «nunca se haría
con la cabeza, se trata de algo sentimental», habida cuenta del pésimo estado
en que se encontraba el inmuble. No obstante, espera que el resultado sea un «activo»
exitoso, por su enclave privilegiado, a un paso de la plaza de Sant Jaume.
PASADO
Y PRESENTE / El
edificio exhibió ayer sus vísceras, antes de que el interiorismo final las haga
menos evidentes. A primera vista, ya destaca una fachada medieval más que bien
conservada, con un portón de madera que abre la puerta al viaje al pasado. El
mérito de Moneo, y colaboradores como el arquitecto Lucho Marcial y su hija
Belén Moneo, es encajar equilibradamente esa perspectiva patrimonial con el
«confort» que debe proporcional un gran hotel moderno, resume Molina.
«La exclusividad la pondrán tanto el
servicio de mayordomos como las piezas únicas del hotel», relata su director,
Francesc Holgado, encaramado al paso de ronda, con parte de los muros datados
el siglo I después de Cristo. El resto de la construcción, en esa área, donde
trabajan varias especialistas en rehabilitación arqueológica, se mueve en torno
al siglo IV. En ese ambiente casi sepulcral, qué mejor que una pequeña
biblioteca que haga sentir al viajero el peso de la historia. Y es que el hotel
se asienta en parte de la Colonia Julia Augusta Flaventia Paterna Barcino,
fundada en la época del emperador Augusto, y se apoya en el bastión 28 de la
muralla local.
La estrechez de las calles del Gòtic
no se traslada, curiosamente a los interiores, con huellas que recorren varios
siglos. Un amplio patio ilumina buena parte del edificio, donde se han creado
amplísimos pasillos que dan paso a habitaciones a partir de 30 metros cuadrados
y a una gran suite de 150. Como un huevo Kinder sorpresa, cada una guarda un
tesoro: vigas recuperadas, muros centenarios en piedra viva, arcos... a los que
se agrega el diseño contemporáneo de Moneo. Un efecto que se destaca en el muro
de cristal que enlaza la parte romana y la gótica con el presente.
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ABIERTO
AL PÚBLICO // Los
barceloneses podrán vivir el nuevo hotel desde la vía gastronómica y ociosa. La
taberna que da a la calle (vinos y tapas) y el restaurante (con menús de 25
euros y carta), bajo asesoramiento del restaurador Josep Maria Masó, son
abiertos al público, al igual que la tranquila terraza mirador (un catalejo en
pleno Gòtic) que corona el edificio, con una pequeña piscina.
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