"Hay
que salvar la ermita de San Jorge por sus pinturas al fresco"
A sólo doce kilómetros de Cáceres, en
la carretera de Badajoz, se encuentran las ruinas de la ermita de San Jorge, un
curioso edificio del siglo XIV o XV que tiene frescos atribuidos a Juan de
Ribera.
De vez en cuando surgen voces pidiendo
su arreglo. Lo hizo en 1996, en el Diario HOY la Asociación Cultural San Jorge,
que denunciaba que la ermita era usada como abrevadero. En el interior del que
fuera templo hay efectivamente una especie de estanque, cuya función, según el
investigador local Alonso Corrales Gaitán, era servir para bendecir a los
caballeros antes de que partieran a la guerra, entrando en el estanque con sus
armas y montura.
La petición de la rehabilitación de la
ermita la hacen hasta los más jóvenes, como el alumno de Secundaria Enrique
García-Tomé, que en junio ganó el premio de periodismo García Morales con un
artículo en el que denunciaba el deterioro de la ermita.
Ahora lo dicen los estudiosos José
Antonio Ramos Rubio y Óscar de San Macario Sánchez, que acaban de publicar un
libro sobre las ermitas de la Tierra de Cáceres, patrocinado por la Asamblea de
Extremadura.
En la obra, de 600 páginas, ilustrado
con 400 fotos, se recogen las ermitas, capillas y oratorios que existen en la
ciudad de Cáceres y en sus arrabales Zamarrilla y Zángano. También en sus
alrededores, en las localidades de Aldea del Cano, Aliseda, Arroyo de la Luz,
Casar de Cáceres, Malpartida de Cáceres, Sierra de Fuentes, Torreorgaz y
Torrequemada. Además, escriben sobre la ermita de Nuestra Señora de la
Altagracia, que ya pertenece a Garrovillas de Alconétar.
El libro incluye ermitas de las que se
tiene referencia documental, pero de las que ya no queda resto alguno. Y, por
supuesto, las que aún son visibles, aunque algunas de ellas con gran deterioro.
Los dos autores aseguran que de todas
las ermitas que han visto, la que merece una urgente actuación para que no se
pierda es la citada de San Jorge. «Habría que salvar esta ermita por el valor
de sus pinturas al fresco», subrayan.
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Las pinturas están fechadas en 1565, y
llama la atención que la mayoría de los rostros tienen raspados los ojos.
Ramos y De San Macario señalan que
cuando hubo más ermitas en la comarca de Cáceres fue entre el siglo XVI y XVII,
muchas de las cuales fueron desapareciendo al encontrarse en el campo, lejos de
ciudad; «mantenerlas es costoso para el Patrimonio y también es costoso para
los particulares rehabilitarlas».
José Antonio Ramos comenta que a él,
particularmente, le gusta mucho la ermita de San Jorge y también la de Santiago
de Bencáliz, igualmente en ruinas a unos 25 kilómetros de Cáceres, entre las
localidades de Aldea del Cano y Casas de Don Antonio.
El libro recalca que también son
verdaderas joyas arquitectónicas las ermitas de Santa Olalla o la de Nuestra
señora de la Luz de Arroyo de la Luz.
Los autores no sólo tratan sobre las
ermitas actuales y las que han desaparecido, también han entrado en mansiones y
casas fuertes de la nobleza para dar a conocer sus oratorios privados. De entre
todos ellos destacan el de La Brujaca y el del Trasquilón, un palacete que se
encuentra junto a la carretera nacional-630, antes de llegar a Valdesalor, y
que cuenta en su interior con una capilla.
Motivos
Los autores también hacen referencia a
santuarios que fueron mandados construir por muy diferentes motivos, por la
devoción particular de algún devoto hacia un santo o santa, por ejemplo, «o se
basan en mitos o leyendas, transmitidos documentalmente o por tradición oral
hasta nuestros días, y que pueden ir desde su construcción para conmemorar un
acto milagroso o santificar un lugar concreto y real asociado a la vida de un
santo, virgen o cristo, hasta ubicarlas en zonas por la existencia de aguas con
supuestos poderes milagrosos o curativos, o en espacios designados por la
voluntad divina».
Consideran que, en general, la mayoría
de las ermitas responden a una causa principal: «El progresivo culto a los
santos, en especial a partir del siglo XV, cuando el hombre sintió la necesidad
de tener protectores contra los males que más directamente le aquejaban: peste,
plagas, sequías, enfermedades que diezmaban a la población, etcétera».
La
Ermita de San Jorge, o Ermita del Salvador en la Lista Roja del Patrimonio.
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